lunes

mi camino. Noviembre 2008.


“¿Señor, dónde estabas cuando lloré tanto? ¿Por qué no caminaste a mi lado?

Y el Señor me contesto: Hijo mío, los días que solo veas una huella sobre la arena son los que te llevo en brazos”

domingo

Peregrinar por el Camino. Peregrinar por la vida.

La peregrinación entiende la vida como un viaje, una forma de purificación, una búsqueda interior. Muchos reconocen al Camino una gran capacidad para transformar al peregrino, lo que lo eleva a la categoría de camino de iniciación, es decir, de búsqueda de conocimiento, de superación interior que termina con una muerte simbólica, una resurrección.
Se dice que el Camino es como la vida. Caminamos hacia una tumba.
Y nos enseña que cuanto menos peso llevemos, más ligeros avanzamos.
Que aunque la niebla te impida ver más allá, sabes que el sol está ahí.
Que el barro, como las penas se agarran a los pies, pero que con fuerza se llega al claro donde poder limpiar tus botas.
Te enseña que durante el peregrinar las personas que conoces, aparecen y desaparecen milagrosamente, pero siempre están ahí, a la vuelta de una vereda.
Que has de ver las señales que te ofrece la vida, las flechas amarillas, para que te guíen por la senda correcta.
Que lo importante no es llegar al final del Camino, sino el Camino mismo. Lo andado, lo vivido.
¿Qué hace que una persona decida emprender un viaje como es el Camino de Santiago? ¿Qué impulso es el que te hace caminar durante 30 kilómetros cada día, regado a cada paso de lluvia o de nieve, acompañado de barro, viento y frío?
Cada peregrino tiene su impulso, su motivación, su promesa; oculta tras su chubasquero muy pocos deciden exteriorizarla hasta que se encuentran ante el Apóstol. Sin embargo esa idea se nutre del camino a cada paso, evoluciona y te enriquece. La alquimia de la caminata transforma a cada peregrino; en este camino que es una travesía vital, todos vuelven cambiados.
Todos encuentran algo: Dios, paz, alegría, amistad… pero sobre todo, te encuentras contigo mismo.

sábado

CUADERNO DE BITACORA DE UN PEREGRINO

Los hay que emprenden largos peregrinajes,
Rodean el templo en procesión
Sin entrar en el santuario,
Pero yo voy en peregrinación
Hacia el amigo que mora en mí.


Del Camino de Santiago se pueden contar infinidad de historias. Cada peregrino, cada lugar o cada uno de sus habitantes guardan grandes y pequeñas anécdotas y peripecias que juntas componen la gran historia de la Ruta Jacobea. En adelante confecciono las etapas de la parte del camino que realicé a finales de Noviembre de 2008, las experiencias vividas, los momentos duros pero también los placenteros, recordar a las personas que conocí, los paisajes y pueblos por los que caminé, un viaje que viví intensamente con los cinco sentidos. El particular viaje interior se queda a buen recaudo.

viernes

LLEGADA A PONFERRADA

“El peregrino es un hombre que camina, o mas bien un hombre que ha vuelto a aprender a caminar dejando de lado sus “muletas” cotidianas.”



Descartada la posibilidad de realizar la ruta de las estrellas en sus 29 o 30 días como Dios manda, la vida laboral lo impide, decidí emprender mi caminata desde Ponferrada, en la provincia de León, y a unos 202 kilómetros de la tumba del apóstol. Solo disponía de ocho jornadas para recorrer el máximo de kilómetros que me permitieran mis piernas, y al final, hasta me sobró un día.
A primera hora de la mañana llegué a la capital del Bierzo que me recibía como es su costumbre, envuelta en niebla y ocultándose tímidamente al ojo del visitante. Había llegado la hora de cargar mi mochila de siete kilos y medio, cargada de ropa de invierno y de mucha ilusión. Así que me dirigí al refugio de San Nicolás de Flüe que está en la otra esquina de la ciudad para pillar cama, pues después del largo viaje el cuerpo gritaba descanso. Una vez allí tuve el primer encuentro peregrino, una brasileño que empezó con 15 kilos de mochila desde Roncesvalles hasta que facturó la mitad, un vasco y un extremeño, una vez me cuentan sus odiseas me dan dos buenos consejos: que me deshaga de mis camisetas de algodón (difíciles de secar con este frío) y que me haga de unos buenos pantalones para la lluvia, pues no solo llueve de arriba abajo y mi capa poco resguarda.


En mi día de obligado descanso, decidí visitar esta emblemática ciudad y sus monumentos mas característicos, destacando el Castillo de los Templarios del siglo XIII vinculado a la Orden monástica de los monjes guerreros del Temple o la basílica de Nuestra Señora de la Encina patrona del Bierzo y Ponferrada y que se dice que fue encontrada por un caballero del Temple, en el interior de una encina, cuando los freires buscan madera con que levantar los muros de su fortaleza.
Ya en el refugio conocí al hospitalero, de nacionalidad italiana que me invitó a no regirme por las guías, sino hacer los kilómetros que me pida el cuerpo y al ritmo que decidan mis pies, que ya se encargará el camino de ponerme en el lugar adecuado. Echa la cena entre la torre de babel que era el albergue, con el propósito de repasar mi ingles, y una vez caldeado al calor de la chimenea, decidí irme a dormir temprano que toca diana.


Momento del día: el placer de estar sentado al sol del Bierzo.

Enseñanza del día: tener los oídos bien abiertos a los buenos consejos.






jueves

ETAPA: PONFERRADA-VILLAFRANCA DEL BIERZO. 23Km.




“El sol nunca es tan bello como el día en que nos ponemos en camino.”


La hora de la verdad había llegado, antes que entrara el sol por las ventanas escarchadas, ya estaba preparándome alumbrado por mi linterna entre ronquidos peregrinos. Ya dicen que al que madruga Dios le ayuda, y así estaba preparando mis pies, con la incertidumbre del bebé que se enfrenta a sus primeros pasos, sin más ayuda que su ilusión. Con el “buen camino” me despedí de los jacobipetas que se desperezaban entre los humeantes cafés solubles, y salí por la puerta a las 8.30, camino de Santiago.


Fue un recorrido salpicado de viñedos que dan el fruto para el excelente vino del Bierzo, y pueblos de piedra y niebla. Durante mi caminar me fui cruzando con un par de malagueños con los que hice buenas migas, y que salieron de León unos días antes. Me los cruzaba, bien en un bar tomando un café, bien parado en un merendero con mis pies al sol y un bocadillo en la mano. Se nota que los del sur necesitamos de un avituallamiento constante en los numerosos bares que florecen por Andalucía, y aquí no iba a ser menos.


Después de un sube y baja constante, duro para mis novatos pies, y emborrachado por el color y olor que desprende esta tierra, llegué antes de lo esperado a Villafranca del Bierzo, donde te recibe la maravillosa Puerta del Perdón, que tiene la encomienda de exonerarte, si la salud no te acompaña, de caminar hasta Compostela. Como gracias a Dios no era mi caso, hice una parada al sol para tostar mis pensamientos y me dirigí al albergue de Jato, el Ave Fénix. Allí me esperaba un recibimiento especial, había un puñado de gente que cantaban y celebraban la finalización de un curso de canalización de la energía universal. Mientras pensaba que me había equivocado me dedicaron una canción al peregrino y me invitaron a un catalogo de productos de la tierra, tipo queso y embutido, acompañado de buen vino. Una vez acabado el concierto-merienda, la hospitalera alemana, enamorada de la cultura mexicana y que esperaba con ansia la llegada de su Pancho Villa particular, me acompañó a la habitación donde podría dormir; y como era el primero elegí la litera más próxima a la calefacción para así poder secar mi ropa y estar templado.


La tarde la dediqué a visitar el pueblo, su calle del agua, su castillo y en un su colegiata me topé con una procesión en honor a la Virgen de la Encina en su centenario que se dirigía a Ponferrada en un particular “papamovil”, después de una visita a Villafranca.
Ya en la cena, que nos ofrecieron los hospitaleros, compartí mantel con un americano de unos 50 años, Dino que defendía muy bien su español, y un irlandés que estaba bastante colorado, bien por la cantidad de vino que se bebió esa noche, o por el sol que le dio por Castilla.


Momento del día: sentir el rocío en tu cara mientras das tus primeros pasos.
Enseñanza del día: a su manera, el camino te ayuda a mitigar tus preocupaciones.





miércoles

ETAPA: VILLAFRANCA DEL BIERZO-O´CEBREIRO. 30Km.

“Peregrino ¿a dónde vas?, si no sabes a dónde ir.
Peregrino por un camino que va a morir.
Si el desierto es un arenal, el desierto de tu vivir, ¿quién te guía y te acompaña en tu soledad?
SÓLO ÉL, MI DIOS,
QUE ME DIO LA LIBERTAD,
SÓLO ÉL, MI DIOS, ME GUIARÁ”


Como era de prever el día despuntó cubierto, amenazando a todos los que estábamos desayunando con mojar nuestros pensamientos. En el ambiente se percibía el respeto que desde siglos atrás el monte o’cebreiro a provocado a los peregrinos. Buen camino y al tajo, dije y marché solo, aferrado a mi bordón como si él me fuera a salvar del agua que estaba ya cayendo.
En un principio el camino discurre paralelo al arcén de la antigua nacional VI, y en el fragor de la marea estaba cuando por fin divisé un bar de carretera en A portela, donde me encontré a los malagueños del barrio de la luz, bien calados pero con el hambre intacta. Así que compartimos un reconstituyente desayuno.

Una vez acabado el arcén la ruta jacobea se introduce en veredas de tierra, y es a partir de Herrerías donde empieza la verdadera subida; pues a poner plato pequeño en mis rodillas y adelante que queda un duro trayecto. Durante el ascenso me acompañó un intenso aguacero, gran cantidad de barro y hojas que convertían el camino en una pista de patinaje, menos mal que estaba mi bordón que había dejado de estorbar para ser de gran utilidad. Reconozco que fue bastante duro, de hecho me uní a unos peregrinos ingleses con la intención de que la unión hace la fuerza, y poder orientarnos en este caos de agua y hojas. Las cuestas en que se había convertido el camino parecían cataratas, y trepando por ellas rajé mi chubasquero por la entrepierna. Además, a mi compañía británica los perdí en A faba, pues querían descansar de tanta agua ¡como si en Londres no lloviera¡ así que no tuve mas remedio que coger mi mochila por los cuernos y pisar fuerte para no resbalar.

Que podía pasar mas¡¡¡pues que empeorara el tiempo…y Dios hizo la nieve¡¡¡ Para entonces había dejado de maravillarme por el paisaje para solo preocuparme por mi persona. Joder, yo sólo quería encontrar las flechas amarillas para no perderme, y para mi desgracia no aparecían ¿Dónde se meten cuando mas las necesitas? Cada vez que pensaba retroceder para buscar la senda correcta, allí aparecía una, como diciéndome: es que no me ves, aquí estoy. Y para mas INRI no había gente a la que preguntar, como no fuera a las vacas¡¡¡ Nevaba inversamente proporcional a la velocidad que caminaba. En estas labores me encontraba cuando por fin distinguí a lo lejos unas casas entre la ventisca. Sin embargo no era mi destino, pero alcancé a un lugareño, y me abalancé sobre el cual naufrago para preguntarle cuanto me quedaba, y él con tranquilidad y acento gallego me dijo: un cuarto de hora¡¡¡ Un cuarto de hora…pues….tardé una hora¡¡¡ Que rápidos son aquí no?, serán que tienen pócimas secretas?

Alabado sea...ya estaba en O`cebreiro, pero quedaba otra: dar con el albergue en este pueblo nevado hasta las trancas. A Dios gracias di con el y cuando entré por la puerta con la cara congelada y manos entumecidas la simpática hospitalera tuvo a bien desatarme el nudo de mi chubasquero pues parecía Eduardo Manostijeras, y me preguntó: ¿pero tantos pecados has cometido para hacer esta locura?
Una vez estabilizado y recuperada mi temperatura natural, mientras calentaba mis manos en el radiador, conocí a José de Madrid y Alberto de Chile, y ya que era las 6 de la tarde y aun no había comido me dirigí con el primero a un bar para dilapidar lo que cayera. Desde la puerta con cristales veíamos pasar a peregrinos cubietos de nieve que buscaban desesperadamente el albergue, y nos asomábamos para avisarles. En una de estas pasaron los malagueños y les hice señas para que entraran, estaban tan helados y cansados que decidieron quedarse en el bar para dormir, no podían ni llegar al albergue que estaba a 200 metros. Y allí nos quedamos, el madrileño, dos malagueños, un catalán y el americano, empalmando la comida, la merienda y la cena, acompañados de vino turbio y orujos y con nuestros pies secándose al fuego. Luego a las once de la noche y caminando contentos por la nieve llegamos al albergue que estaba cerrado… pero tuvieron piedad de nuestras almas y nos permitieron entrar.


Momento del día: el estar sentado en una mesa del bar, rodeado de buena gente.
Enseñanza del día: las ganas por llegar te permite sacar fuerzas donde no las hay.


martes

ETAPA: O´CEBREIRO-SAMOS. 32Km.

“Concédeme señor la serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar, el valor para cambiar lo que puede ser cambiado, y la sabiduría de saber distinguir entre uno y otro.”


La noche fue movida, pasé calor gracias al invento de la calefacción y algunos no dejaban de agitarse a causa de lo bebido. Como era de esperar, O`cebreiro amaneció con un manto de nieve y frío, pero había que salir, Santiago no espera y del albergue te echan. Así que nos dirigimos José y yo al bar para tomarnos un desayuno como manda el protocolo, y tras valorar los consejos y encomendarnos a la providencia, decidimos bajar por la carretera, pues con este temporal esta vez no íbamos a encontrar las señales ni aunque nos hicieran cambio de luces. Y así fuimos, capoteando por el arcen a los quitanieves que pasaban en una suerte que no era la nuestra y soportando la ventisca de nieve que estos montes gallegos nos “regalaban”. Fue bastante duro, pero gracias a la compañía que nos hicimos pudimos pasar este lance a lo José Tomas.


Poco a poco fuimos dejando la nieve atrás, y la carretera, para adentrarnos en Triacastela. Y como ya había hambre, pues al bar, y allí nos esperaban unas lentejas que supieron a gloria y Dino que se nos unió para la comida. Mientras tanto, en la televisión gallega emitían la noticia de la intensa nieve que había caído, cuando de repente salen mis malagueños de la luz asomados a la ventana del hotel, comentando que habían decidido quedarse hasta que remitiera, y pensando que quien les habían mandado meterse en este berenjenal con lo a gusto que se esta en la playa de Wuelin.
Una vez terminados nuestros manjares nos despedimos de José pues el quería ir por la vertiente de San Xil para adelantar tiempo, así que nos deseamos suerte en la ruta y en la vida y me encaminé con Dino hacia el monasterio de Samos por una vereda con una paleta de colores inimitables: ocres, teja, verdes, amarillos… un olor a naturaleza pura y virgen, una alfombra de hojas y con un manto de cielo azul intenso, que hizo que sin darnos cuenta a las seis de la tarde entráramos al albergue del monasterio mas antiguo de España, fundado en el siglo VI.


Que lejos quedaba ya el alto de O’cebreiro. Dino y yo volvíamos la vista atrás y parecía mentira que hubieras estado a esa altura y con esa cantidad de nieve.


En Samos nos encontramos con Alberto y tras visitar el monasterio decidimos acudir a misa de ocho. Una vez cumplido mi deber y llenado mi espíritu, me dirigí solo a un bar cercano para llenar mi estomago, allí estaban unos conocidos arrieros: José el burgales, Pablo (argentino) y su amiga Bárbara(húngara); y dimos cuenta de un buen caldo caliente y de unas jarras de sidra. Satisfechos nos fuimos a descansar al albergue, el cual carecía de calefacción y las camas no eran muy cómodas, ni siquiera éramos suficientes para darnos calor, pues estábamos seis peregrinos, pero tras la tormenta llega la calma, y el sueño.


Enseñanza del día: en las adversidades hay que dejarse acompañar.
Momento del día: la caminata hacia Samos. Increíble.


lunes

ETAPA: SAMOS-PORTOMARIN. 37Km.

“Antes que tu, otros se pusieron en camino.
Como ellos se apoyaron sobre el bastón,
Apóyate sobre la experiencia de los ancianos.
El éxodo nunca se hace en soledad, pero solo tu caminaras
Por los caminos de tu propio corazón donde el Todo-otro se revelara.”


Un nuevo día amanecía con niebla, y tras desayunar unos tazones de café con leche y mandar unas postales, Dino y yo nos encaminamos hacia nuestra próxima meta del día, que no era otra que el lugar en que decidieran pararse nuestros pies. Mi particular americano, con su habituales “yo pienso, probablemente” me empujaba a caminar y como si nos conociéramos de siempre, tanto el como yo no teníamos que decirnos nada para saber cuando necesitábamos caminar solos.
Otra vez el camino se hace al andar, acompañado de la hermosura de estas tierras gallegas, que regalan a los sentidos todo un abanico de placeres. Ahora entendía lo que había leído: durante el caminar, la mezcla del cansancio acumulado y soledad, el contacto con la naturaleza y la historia de este camino, se mezclan para provocar una inmensa sensación de libertad. Es cuando dejas de pensar, de reflexionar los motivos que te han hecho emprender el camino y te encuentras a ti mismo.


Además, cuando llegaba el momento de necesitar la presencia de alguna persona, aparecían por el camino tanto Dino como Alberto,” tanto monta monta tanto” para regalarte un poco de charla. O te encontrabas a uno comiendo cacahuetes a la vera de la vía del tren, o te alcanzaba el otro cuando huía del ladrido de los perros.
Entre verdes prados, mojones, tanto de piedra como de “animal”, cruceiros y arroyos, te ibas encontrando con verdaderas joyas del románico gallego, como la maravillosa iglesia de Santiago en Barbadelo del siglo XII, o ciudades históricas como Sarria.
En este trayecto te vas dando cuenta ya de la proximidad del fin del camino, pues cerca de A brea esta el mojón que te indica que solamente te quedan cien kilómetros para Santiago, y esta proximidad invisible de aquello que buscas, te empuja a aprovechar cada paso que das, cada bocado que das al día.


Ya en Ferrerios, y viendo que no había nadie por este albergue me dije que había que esforzarse por llegar antes de anochecer a Portomarin, pues allí con seguridad estarían mis compañeros paseando por esta tierra de buenos aguardientes, con una maravillosa iglesia fortificada del siglo XII y rodeada por el rió Miño.
Una vez en el albergue, echa la colada y puesta a secar en los radiadores, me fui con Dino a darnos un homenaje culinario en un restaurante de comidas caseras, con nuestros dos platos, vino, postre y orujo, acompañado con una buena conversación, gracias a que mi americano hablaba algo de español…porque mi ingles estaba estancado en el embalse del río Miño.


Enseñanza del día: El camino te devuelve incrementado todo lo que tú has dado.
Momento del día: andar en soledad, caminar contigo mismo.

domingo

ETAPA: PORTOMARIN-MELIDE. 40Km.

“Quien no ha visto el camino, al alba, entre dos hileras de árboles, él todo fresco y vivo no sabe qué es la esperanza.”


La jornada amaneció con la niebla reglamentaria y con una temperatura muy baja, el campo estaba tan blanco que hasta de mirarlo se te escarchaban los ojos, de tal forma que salí con un buen café con leche y con la compañía de Dino para acometer el día con fuerza, pues había dos buenos repechos: la subida al Hospital de la Cruz y el alto de Ligonde, cerca del misterioso cruceiro de Lameiros. Como ya era habitual, mi americano se descolgaba en los primeros repechos, y yo ponía mi marcheta dejando atrás un rosario de pintorescas aldeas paradas en el tiempo con la única compañía de las habituales marujas del camino: las vacas. En uno de estos pueblos me encontré a un lugareño, que tras interrogarme y desearme buen camino, me regalo unas cuantas bellotas y almendras y me pidió que le hiciera un favor: ¡¡¡pídale a Santiago de parte de Dionisio¡¡¡ buena gente por estos lares.


A medio camino, y viendo que el estómago le pedía a las piernas una tregua, decidí detenerme en un mesón, antes de Palas de Rei, cerca de un cruce de carretera y pedirme un menú del día para mitigar los llantos del estomago. En esto que estaba con el segundo plato, un suculento pescado al horno cuando vi pasar a mis compañeros de camino, Alberto y Dino, así que tras hacerle señales se unieron a mí y compartimos el resto de comida que me quedaba y unos cafés.
Sin esperar a que la digestión empezara a empanarnos, nos pusimos en camino, pues no es conveniente detenerse mucho tras comer. Así que juntos hicimos unos veinte kilómetros, mitigados por un trayecto adornado por bonitos paisajes y una buena conversación. Como nos vimos fuertes decidimos caminar hasta Melide, y nuestro trabajo nos costó, pues anochecía y nos empezábamos a desesperar pues con la oscuridad no se ven las señales, así que apretamos el paso y cruzamos el puente de Furelos y Sarria en plena noche. Para colmo de males, el albergue esta bien incrustado en el pueblo y costó su trabajo encontrarlo entre tanta pulpería.


Como otra vez el hambre llamaba a la puerta, Dino y yo decidimos cenar juntos, mientras Alberto se quedaba cenando en el albergue con unos nuevos peregrinos. Nos perdimos en la noche, pero al final pudimos degustar los platos de la tierra en un mesón. Una vez tomada nuestra dosis de orujos para agilizar la digestión, nos encaminamos en la noche helada hacia el albergue para descansar de tan agotadora jornada de 40 kilómetros.


Momento del día: explicar a Dino que son los membrillos.
Enseñanza del día: con cada paso que das, se te purifica el alma.

sábado

ETAPA: MELIDE-PEDROUZO. 34Km.

“Peregrino sin un por qué, peregrino sin una luz,
peregrino por el camino que va a la cruz.
Dios camina en tu soledad, ilumina tu corazón,
compañero de tus senderos buscando amor”


El cielo matutino amenazaba lluvia. Tras pasar por una panadería y avituallarnos con buenos dulces, y Dino de su querido pan gallego emprendimos la jornada con buenos ánimos. Sin embargo ya se podía percibir en los rostros de mis compañeros la sensación de estar finalizando este maravilloso viaje por el Camino de Santiago y por el interior de cada uno. Si se nota tras hacer unos 160 Km., no puedo imaginarme lo que puede llegar a sentirse tras llevar un mes caminando y con casi 800 kilómetros a la espalda. Tienes ganas de llegar a la meta, pero a la vez no deseas que esta experiencia acabe, tu cuerpo te pida andar y andar.


Y no hay camino sin la siempre presente lluvia gallega, y hoy era el día de empaparse. Era tan intensa la lluvia que ni siquiera el descanso periódico se podía hacer tranquilamente, allá donde miraras estaba todo anegado, ni una piedra seca para reposar. Así que cuando pasaba por la calle principal de Arzua me detuve en un bar a la par charcutería, y auque me miraron mal al llegar pues iba empapado de agua y barro, y puesto a secar mis atuendos, me pedí un bocadillo con chorizo y queso caliente, acompañado con sidra, que devoré como un lobo. Estaba tan extasiado que no tenia fuerzas para detener a Dino que pasaba en ese momento culinario por la cristalera del local. Ya me lo encontraré. Esta población es una importante estación jacobita, fundada en el siglo XII por artesanos y campesinos, y seguro que también por carniceros y queseros, atraídos por el auge del paso de peregrinos en busca del gran mito de la cristiandad.


El sube y baja que se había convertido este trayecto estaba jalonado por montes emboscados en la penumbra de frondosos eucaliptos. Y como el bocadillo me había dejado con la despensa llena hacía camino con un buen ritmo entre el diluvio universal. Aprovechando una tregua de las nubes, me paré para descansar mis doloridas pezuñas, en esto que oí entre la vegetación un cierto trasiego, de repente aparecieron unos personajes trajeteados, con zapatos de claque y paraguas a modo de bastón caminando por la encharcada vereda. Por la forma de hablar debían de ser alemanes que hubieran encallado su barca en este diluvio. Como veía que mi paz y soledad se podían ver soliviantada por esta bandada, apreté el paso y los adelante. Ale que os vaya bien con ese calzado.


Ya a las cinco de la tarde el bocadillo había desaparecido, por tanto decidí hacer una parada en un mesón de carretera cerca del monumento a un peregrino fallecido: Guillermo Watt. Mientras saboreaba mi cortado y un trozo de tarta de Santiago aparecieron los náufragos alemanes, a toda prisa y pidiendo al sorprendido camarero que le sellase la credencial de peregrino. En esta ruta jacobea, el que menos hace relojes de madera.
Ya anocheciendo y entre una intensa lluvia llegue al albergue de Pedrouzo donde me esperaban mis compañeros de viaje. Así que hechas las labores diarias de cualquier peregrino: colada, ducha y cuidado de pies, me dirigí con Dino a un mesón del lugar. Y como hacia frío, y teníamos hambre y sed de justicia, nos metimos entre pecho y espalada unos platos de fabes, yo dos pero Dino hasta tres. Ya en el albergue llegaron los efectos de tal atracón.

Enseñanza del día: en Galicia o llueve o esta para llover.
Momento del día: cada día siempre hay algo que te sorprende, y si no, hay que salir en su búsqueda.

viernes

ETAPA: PEDROUZO-SANTIAGO DE COMPOSTELA. 20Km.

“Una búsqueda, un camino jalonado de señales, de encuentros misteriosos, de pruebas, donde los elementos y los hombre se conjugan para despojar al peregrino, primero de lo superfluo, luego de lo necesario para al final, de acuerdo con la ley del camino, dejarlo en Santiago, solo, frente al Único.”

Hoy es el día, hoy si Dios quiere llegará a buen puerto esta ruta de búsqueda. Un día antes de lo esperado. Esta sensación de alegría y tristeza se aprecia en cada uno de nosotros. La sensación de haber aprovechado cada instante, de comerse la vida, de los momentos compartidos con los que son ahora amigos, los ratos de soledad, la lluvia en tu cara, el sol tras la niebla, el frío de la mañana, el calor de un buen fuego, los olores y sabores, colores imposibles, paisajes inolvidables, pueblos de piedra y niebla, la música del paisaje, el silencio….tantas cosas que hoy acaban¡¡¡ es por ello que hoy el trayecto, rodeado al inicio por árboles inmensos, y luego por los edificios de Santiago, se hace extraño, duro.

Caminé todo el día en soledad con la única compañía de la lluvia y llegué a la ciudad a media mañana, buscando con la mirada las torres de la catedral, para orientarme, pues con los nervios no ves las señales. En ello me crucé con Alberto que estaba buscando con una inmensa sonrisa el albergue. Después de darle un fuerte abrazo lo deje en su tarea, pues ahora tocaba abrazar al Apóstol. Y allí estaba, la catedral de Santiago, la que ha recibido durante cientos de años, al cansado peregrino que la mira con ojos reventados de alegría. Era el momento de orar y dar gracias a Dios y al Apóstol por todo vivido.

Después de haberme emborrachado de arte que desprende cada piedra de la catedral mas bella que haya visto, obtenida mi compostelana y mientras paseaba por las calles de esta maravillosa ciudad, me tropecé con unos jacobipetas conocidos, el trío español-argentino-húngaro, y nos dirigimos a la fonda peregrina por antonomasia, Casa Manolo donde nos ofreció un trato cercano, un menú suculento y un orujo que necesitaba a tres personas para tomarlo, uno para beber y dos para llevar el enfermo.

Y como suele suceder en este camino, que sin esperarlo y entre tanta gente, me encontré por las calles a Dino y viendo que el albergue abierto mas próximo era el del Monte do Gozo, decidimos darnos una ducha como Dios manda, y dormir en unas buenas camas. Así que nos fuimos a un hostal y tras cenar dormimos como bebes.

Enseñanza del día: lo que era un sueño, se hace realidad con esfuerzo.
Momento del día: mirar hacia arriba y ver la catedral, con los ojos reventados de alegría.



jueves

REGRESO A GRANADA.


“Donde todos los caminos acaban empieza otro viaje.”


Amanecía soleado, como si la ciudad nos quisiera despedir con su mejor cara, era el día del adiós. Y como Dino quería llegar a Finisterre antes de partir a su tierra, pues tocó despedirnos y desearnos lo mejor en la vida, hasta que esta tuviera a bien unirnos de nuevo. Así que me dirigí con pena a la catedral para asistir a la misa del peregrino, allí me encontré con casi todos aquellos que se habían cruzado conmigo y asistimos con emoción a esta ceremonia. Tuvimos además la suerte de que nos embriagara el incienso del botafumeiro, pues unos peregrinos alemanes pagaran para ello, seguro que eran los de zapato de claqué. Recibida la bendición era el turno de otra despedida, la de mi chileno Alberto, “adiós andalú” me dijo, y nos despedimos con una sonrisa en la boca a pesar de la tristeza.
Para intentar paliar esta extraña sensación me dispuse a hacer otra clase de ruta, la Paris-Dakar. Sin embargo este itinerario culinario no lo concluí pues mi autobús no sabe de tapas gallegas ni de Estrella Galicia. Tocaba decir adiós a este grupo de gente, a esta dormida ciudad, al venerado Apóstol. Hasta pronto.


Y aquí acaba mi camino de Santiago, en un autobús camino de Granada, para retomar otro, el de la vida.


Buen camino.


Despedida entre peregrinos
Que la tierra se vaya haciendo camino ante tus pasos.
Que el viento sople siempre a tu espalda.
Que el sol brille cálido en tu cara
Que la lluvia caiga suave sobre tus campos
Y hasta que volvamos a vernos.
Que Dios te guarde en sus manos.








miércoles

EL JUEGO DE LA OCA Y EL CAMINO.

Relación entre las etapas del Camino de Santiago y el Juego de la Oca

Las culturas celtas y preceltas, mantenían un símbolo sagrado, para sus cofradías y hermandades: la oca o el ganso, representadas por la simbología de la pata de la oca ,que al caminar, deja impresa una marca muy semejante al tridente de Poseidón, que fue determinativo de todas aquellas culturas atlantes. El Camino de las Estrellas coincide con el Camino de la Oca y la Concha.Cuando los primeros cristianos comienzan a peregrinar a Santiago, se encuentran con que los pobladores del Camino, tienen profundas tradiciones y hablan de un Camino de las Ocas o de las Estrellas y de un Campo de las Estrellas, al cual se llega por un laberinto que es necesario recorrer para renovarse por dentro. Estas vivencias son imposibles de arrancar; y lo que hacen es cristianizarlas. Las Ordenes, que se van a encargar de cristianizarlas, son principalmente: Cluny, Cister y la del Temple, que a partir del Siglo X, se encarga de las construcciones, que son dotadas de una simbología en consonancia con el cristianismo.Es así, como esos antiguos símbolos: la estrella, la concha, la pata de oca, el cuervo, el lobo, el perro, se adoptan como símbolos cristianos y se incorporan a la peregrinación cristiana.Si superponemos dos patas de la Oca, una hacia arriba y otra hacia abajo, obtenemos la X y la barra que la corta verticalmente, obteniendo la X y con la P (Ji y Ro: iníciales del nombre de Cristo).
El Camino de Santiago: el recorrido de las Ocas Salvajes

Las Ocas Salvajes, tienen recorridos migratorios estaciónales y estables y definieron los llamados Caminos de la Ocas. Estos recorridos, coinciden con el Camino a Santiago o Camino de las Estrellas.¿Cabe preguntarnos si las migraciones de las Ocas, marcaron un camino que seguía la Vía Láctea o Camino de las Estrellas y los Peregrinos lo usaron como guía para llegar a Santiago.?Parece lógico pensar, que los peregrinos, seguían las indicaciones naturales para guiarse hasta Santiago, siguiendo de día el Camino de las Ocas y de noche el Camino de las EstrellasLos antiguos peregrinos, no disponían de Mapas ni Guías y se movían en un mundo hostil, marcado por la existencia de: múltiples reinos, señores feudales, diferentes idiomas, religiones y costumbres, basando su peregrinación en el auxilio de: Iglesias, Monasterios y Refugios. La información oral, transmitida se basaba en puntos de referencia, que tenían que ser localizados y en el recorrido a través de unas sendas señalizadas por elementos astronómicos, geográficos o migratorios : Camino de las Ocas, Camino de las Estrellas....A lo largo del Camino, es frecuente, encontrar el símbolo de la Pata de la Oca. Se supone, que era uno de los símbolos usados por los Maestros Constructores de la Iglesias y Catedrales.

El Juego de la Oca, se basa en una Espiral o Caracol, dividido en 63 casillas. La Pata de la Oca y el Caracol eran los símbolos de los "Compañeros Constructores", que levantaban las iglesias de estilo Románico, siendo las mas bellas y esotéricas, las encargadas por los Templarios. Cada una de las Casillas en que esta dividido el Juego de la Oca, guarda una relación con las etapas del camino de Santiago.El juego de la Oca, era memorizado y ejercitado, de forma que no se olvidase, convirtiéndose en la Guía del Camino para los Iniciados, de forma que cada casilla marcaba una etapa y su inicio y final se reconocía por los Rótulos que dejaban los Maestros Constructores como marcas.Los Templarios, tenían prohibido por sus Reglas, los juegos de Dados y Ajedrez. El Juego de la Oca, no era un Juego para los Templarios, era una Guía, la Guía del Camino de Santiago, que convirtieron en Juego, para los no Iniciados.

martes

EL CAMINO MOZARABE


A partir del siglo X, se va originando un nuevo movimiento peregrino en en el Sur de la Península conocida como la Ruta de la Plata, cuyo nombre deriva del árabe balat, "camino empedrado", que en muchos de sus tramos aprovecha la antigua calzada romana que en sus inicios unía Emerita Augusta (Mérida) con Asturica Augusta (Astorga)La denominacion del camino mozarabe surge por la numerosa población del mismo nombre (cristianos que vivían en territorio musulmán) que viven en este territorio por el que transcurre esta ruta. Célebre por haber sido tambien el camino seguido por el temible caudillo musulmán Almanzor, tras el saqueo de Santiago de Compostela.



En la actualidad se distingue perfectamente entre la Vía de la Plata y el Camino Mozárabe. Éste es un camino completamente diferenciado del anterior, que discurre a lo largo de 380 Kms. por los territorios de Córdoba, Granada, Jaén y Badajoz. En esta provincia, en Mérida, enlaza con la famosa Vía de La Plata, que en la localidad de Puebla de Sanabria, (provincia de Zamora) entronca con el llamado Camino Sanabrés hasta Compostela. Ofrece, además, la posibilidad de enlazar con el Camino Francés y con el Camino Portugués (desde Portugal).

El recorrido por las calles de Granada comienza en el Real Monasterio de Las Comendadoras de Santiago tomaremos la calle Comendadoras de Santiago, siguiendo las flechas que nos llevaran hasta el Cobertizo de Santo Domingo sobre el que se levanta una de las joyas del barroco granadino, el camarín de la Virgen del Rosario, aquella que acompañara a Don Juan de Austria en la Batalla de Lepanto. Seguiremos por la Plaza de Santo Domingo y Jesús y María dejando a nuestras espaldas a Fray Luis de Granada para llegar a la calle San Matías. En la esquina de esta con Escudo del Carmen se levanta el Antiguo Hospital de Peregrinos, fundado en 1501 por Juan Muñoz de Salazar, contador mayor de los Reyes Católicos y alférez de Santa Fe, bajo el titulo de la Madre de Dios. Esta antigua casa solariega de los Salazar ha sido íntegramente restaurada y acoge hoy la Fundación de la Prensa. Por la calle Navas llegamos hasta el Ayuntamiento y tras cruzar Reyes Católicos llegamos hasta la Plaza Bib-rambla, dejando a un lado la Alcaiceria. Llegamos así a la plaza de las pasiegas donde nos acoje la inmensa fachada de la Catedral obra de Alonso Cano. Desde el pie de esta seguiremos por Cárcel Baja y San Jerónimo, en la esquina con el hospital de San Juan de Dios. Pasaremos después ante la basílica del santo de los pobres hasta llegar a la Avenida de la Constitución y la de Andalucía donde una flecha amarilla, color característico del camino, nos indica la dirección de Pinos Puente, primera parada de la ruta jacobea que mas de mil kilómetro después acaba en la plaza del Obradoiro.

Todos los martes por la tarde, la asociación de amigos del camino de santiago en Granada, nos esperan con una buena sonrisa y con muchas anécdotas en el CENTRO CIVICO Y SERVICIOS SOCIALES, DISTRITO BEYRO, Plaza Ciudad de los Carmenes s/n.