viernes

Pedaleo solidario a favor de la lucha contra el cáncer.


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Esta vez no os dejo nada del Camino, pero como si lo hiciera. Pues es un camino solidario a favor de la lucha contra el cáncer, una fantástica iniciativa creada por unos paisanos y amigos míos, que también son peregrinos jacobeos. Como veréis, se trata de un marcha hacia la sede de la Asociación Española contra el Cáncer de Granada con la que se puede colaborar adquiriendo kilómetros solidarios, cuyo importe integro va dedicado a esta asociación.
Os animo a que participéis.




jueves

El camino mágico.

TVE vuelve a emitir un sugestivo documental sobre el ya controvertido tema del origen pre-cristiano del camino de las estrellas. No defiendo el radicalismo en este postura, pero como decía Goethe “Europa se hizo peregrinando a Compostela” y la primera piedra no fue otra que la aparición de la tumba del Apóstol. Obviamente no sé quien esta enterrado en el sepulcro, y dudo que se sepa algún día, incluso los que afirman que es Priscilano, como Sanchez Dragó y demás discípulos, deben reconocer que sin el empuje cristiano a esta ruta, no sería lo que es hoy: el primer centro de peregrinación de occidente donde desde hace siglos acuden miles de personas desde los mas remotos puntos del mundo.


De todas formas y sea como fuese el origen, lo que es patente es la magia que desprende la ruta jacobea y que impregna a todo caminante sea cual sea su creencia o fe. Un camino que se ha cimentado gracias al reflejo de millones de miradas peregrinas, en el que buscábamos distintos motivos e ilusiones, y que hemos recibido más de lo que hemos dado.

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Peregrinos de contrabando.


Queridos peregrinos, quiero haceros partícipes de una opinión que leí en la revista de la asociación gallega y que me hizo reflexionar:

“Una de las funciones de las Asociaciones -ni la única ni la de todas- consiste en entregar la credencial al futuro peregrino. Por más que existan otras fuentes para obtener ese documento: obispados, parroquias, oficinas de turismo, albergues, algunas webs …
Las estadísticas acreditan que el punto de partida mayoritario es Sarria, con ese mínimo de kilómetros para obtener la Compostela, con la credencial sellada al menos dos veces por jornada.

En ocasiones me planteo si al entregar credenciales para ese recorrido mínimo no estaremos fomentado el turigrineo, al facilitar que esas personas vean el Camino desde un minúsculo ojo de cerradura y no en toda su amplitud.

La facilidad con la que se obtienen credenciales nos obliga a informar hasta la saciedad y a predicar con el ejemplo a quien nos consideramos comprometidos con el Camino.

Aunque por otro lado, ¿quién soy yo para negar la credencial a alguien que la va a obtener por un par de euros en el arzobispado de mi ciudad? ¿mediante qué elementos de juicio tengo que guiarme para determinar si la persona que tengo enfrente rellenando su solicitud es o no digna de ir al Camino?

No tengo ninguna bola de cristal y siempre recuerdo a Héctor cuando decía que lo importante no es cómo se va al Camino, sino cómo se vuelve del Camino.

Aun así, creo que para erradicar el “todo vale”, el “cada uno hace el Camino como quiere” o ese “hay tantos caminos como peregrinos” sólo cabe una cumplida y completa información.

Me temo que uno de los problemas que tenemos es la “suerte” de tener el Camino demasiado cerca, al que es muy fácil dedicar un puente, un fin de semana, o una semana arañada de otras actividades más o menos lúdicas. Y precisamente esa facilidad de acceso ha rebajado el nivel de exigencia, y lo ha convertido en un “saldo” de vacaciones baratas, un lugar al que se va cuando no hay mejor cosa que hacer, y que por estar de moda, mola guay. Por contraste, basta con ver a peregrinos que cruzan Europa caminando, a esos que llegan tras dos o tres meses de Camino, a aquellos que deben acercarse desde miles de kilómetros antes de calzar las botas, ceñirse la mochila, asir el bordón y empezar a andar… Su actitud para con el Camino, su peregrinaje, suele ser una lección de respeto, de devoción, de fortaleza y de honestidad. Y no es que no se pueda hacer un Sarria-Santiago, no.

Pero conviene tener claro que eso, sólo eso, no es el Camino de Santiago.”

Glòria Viñals (Presidenta Associació Amics dels peregrins, de Barcelona; AGACS)


Este artículo me ha hecho recordar mi experiencia, y extrapolarla a la situación actual de muchos como yo. Mi historia comenzó un día de noviembre; llevaba tiempo dando vueltas a la idea de hacer el Camino y se presentó unos días forzosos de vacaciones en el trabajo y en mi vida, por lo que preparé la mochila, cargada de ilusión y me dirigí hacia Ponferrada. Este destino no era baladí, previo paso por la asociación de Granada me comentaron que en base a los días que disponía era un recorrido aceptable. Iba solo y dispuesto a aprender como un niño, y al final del mismo la mochila rebosaba alegría, conocimientos, amistad, espiritualidad… había encontrado mi tesoro, mi corazón. Me había convertido en un yonki del camino, y apuesto a que casi todos que han peregrinado por él han vivido esa transformación.

Se dice que lo importante no es llegar al final del Camino, sino el Camino mismo. Lo andado, lo vivido. Sean unos días o unos meses.

Creo que la “suerte” está ahora mismo en tener un trabajo, y aquellos afortunados que lo conservamos no disponemos de esos dos o tres meses que se necesita para hacerlo completo y desde casa. Entono el mea culpa, pues soy de esos que aprovechan una semana o unos simples días para volver al Camino, para vivirlo con toda la intensidad que me deja el calendario, y como no, envidiar saludablemente a aquellos que por las circunstancias que sean pueden hacerlo completo; entre ellas, y por desgracia, ya se cuentan por miles los que lo realizan ahora por estar en situación de paro.

Muchos somos los que dejamos huella en este camino a través de la cerradura y lo seguiremos haciendo mientras las piernas aguanten.